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Alimentándose de todo lo que está vivo


 

Entra y sale de la Cueva de la Tía Juanramona que vigila a un Rojales dormido a cualquier hora del día y de la noche. Pisa la tierra de la que se llenarán los suelos del Colegio de Médicos de Alicante a propósito de la exposición que Carlos Carmona (Jerez, 1973) presenta allí desde el próximo viernes. Esquiva a los caracoles y se detiene a tocar las esculturas que dejó a sus suerte en las faldas de las montañas.


Está el Bajo palio con tragaluz y el Péndulo de la vida que se mueve veinticinco minutos sin parar., metido en un huerto, y los ojos azules-desorbitantes del escultor sonríen.<<Me gusta que me digan que parece que lo han hecho los chiquillos>>.


Casi sonaban las piezas que un día mostró en la galería Casar de Alicante y que integraban, juntas, una orquesta de músicos vaciados de carne con injertos de madera, hierro, piedra y cartón. Ahora prepara el camino para montar, con una treintena de obras, una de las muestras más arriesgadas de las visitas en Alicante.


Coge sus maletas atadas con una cuerda que asiente en peanas y acaricia los materiales. <<No es ni más ni menos que la conclusión que saco partiendo de unos interiores. Respeto con lo que están hechas, porque no existe más forma que el respeto. Aquí está todo, desde la niñez hasta la vejez, de izquierda a la derecha, con un puntito de rebeldía, con encaje de vagabundeo. Estas maletas son las que lleva todo el mundo de un lado a otro, marcando la dualidad. Y los materiales... Ya ves cómo son, los que no sirven de nada, los inapartables para mí>>.


Estuvo en el espacio ilicitano El Otro Nombre y en la Sala Mengolero de las Cuevas del Rodeo de la Vega Baja. Trabaja aquí desde hace diez años, cuando los vecinos de su refugio le pasaban el cable por el techo de la gruta para tener luz y realizar sus esculturas y escribir en las paredes. <<Todo depende de las pretensiones de cada uno. ¿Quieres estar en Nueva York?, delante del oro y de las grandes torres?¿O aquí? El alimento está en la base. Hasta ahí llego, partiendo de la casa de hojalata, de lo mínimo>>.


Sin oler los giros que marca la vanguardia, vive en la escultura, <<y me considero un obrero>>. La escultura, la hermana pequeña de las artes plásticas. <<Por eso me gusta, a lo mejor, porque me encanta mi hermana pequeña>> y rechaza el encasillamiento del formato, <<sin tamaños, porque debe existir un hermanamiento. No hay artes grandes ni chicas>>.


Prefiere el mercado de abastos que las grandes ferias -<<porque amigo, hablando de mercados, no dejan de ser mercados, aguas putrefactas que me importan poco>> -y ahora llena su cueva de quesos de cartón inspirados en los modelos que un día descubrió en el Bar Guillermo alicantino. <<Dije que iba a hacerlo sobre una bandeja de hojalata, y cuando salga, que todos comamos del queso incomible. Mejor que el jamón, más a mano>>.


Y si se le dice que sus esculturas miran y sienten, Carmona, <<que de lo único que me quiero curar es del alma>>, zanja, <<bastantes silencios guardo yo cuando trabajo par que ellas después no hablen>>.


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