Esculturas con acento poético
La fundación Miguel Hernández acoge por vez primera una colección de esculturas en su sala de exposiciones. La muestra que recibe el título de Viajes y estancias es obra del escultor Carlos Carmona y ofrece un compendio de la obre de este artista por todas las partes del rincón hernandiano, e incluso alguna obra de este escultor extremeño se escapa de los límites de los edificios y se aposenta delante de ellos para recibir al visitante.
La obra expuesta pretende establecer un diálogo creador entre la sala y la casa museo, ya que se ha creado un recorrido entre ambos espacios en el que las esculturas nos hablan de sus ausencias y viajes., y con ello también de la presencia del ser; de ahí que las esculturas se encuentren por todas partes, dentro de la sala, en la casa, en la sede de la fundación y en cualquier rincón, para dar sensación de dinamismo.
Carmona tiene una dilatada cartera de exposiciones y ha llevado su obra a lo largo del territorio peninsular. Ha expuesto obra propia desde 1986 en varias salas de Jerez, Sevilla, Sanlúcar de Barrameda, Alicante, Cox, Rojales, Torrevieja o Elche.
Se trata de la primera exposición de esculturas de la sala, señalan desde la Fundación Miguel Hernández, que dirige Juan José Sánchez, y en la misma la ausencia y la fragilidad del ser son algunos de los temas que reflejan la vida trashumante y peregrina del hombre. Los equipajes y sillas o balancines trascienden su uso cotidiano para convertirse en metáforas de la pérdida del paraíso y de la auténtica mayoría de edad del hombre.
El propio autor define su obra con ese sentido de vacío y trabaja materiales de lo más variado, desde metales rojizos a las maderas más cálidas, creando un contraste. Carmona quiere que sus esculturas hablen y lo hacen con metales retorcidos y con algunas creaciones de difícil equilibrio.
Sorprende el encontrarse con grupos escultóricos en los que las cosas pierden su sentido primigenio. Así cobran nueva expresión formal transparencias y asientos de espinas, enormes clavos de traviesas y madejas de esparto se presentan a los ojos del espectador.
Otro grupo habla de equipajes y maletas pesadas que esperan que alguien las recoja del suelo, para viajeros que no se sabe de dónde vienen ni tampoco a dónde se dirigen, acaso hacia un viaje al interior de las personas, para conocerse mejor.
La música y la escultura se hermanan con instrumentos que el autor define para la música del tiempo con contrabajos que en vez de cuerdas presentan clavos o violinistas estilizados que hacen reflexionar sobre el arte o la vida, o dejan al espectador retomando el interrogante que planea sobre la obra de Carmona,
En suma, una colección de esculturas las que ofrece por vez primera la fundación hernandiana para aquellos que encuentran en la transformación de los objetos cotidianos, en la pura abstracción, el sentido del arte.